domingo, 12 de agosto de 2012

Educación para la competitividad o morir en el intento


En reuniones de universidad-empresa-estado hay un punto en común: hay que mejorar la educación. Lo que no se dice es qué tipo de educación y cuál sería la “mejoría”, a propósito de la calidad. Estamos en pleno auge de la innovación -como tema de moda o como propósito- para el desarrollo de las sociedades. Se trata de usar el conocimiento como factor de producción, de esa manera habrá más riqueza, mayor distribución y por lo tanto bienestar. Es algo comprensible, elemental, diría el empresario que genera empleo y por lo tanto aporta por ese simple hecho.

El espíritu humano es competitivo, se traza metas a partir de la superación personal y del enfrentamiento con otros. Demostrar quién es mejor ha sido un objetivo incluso para realizar los torneos deportivos mundiales. Sin embargo, ¿es necesaria la rivalidad como motivación?, ¿Será una muestra de que no hemos aprendido a convivir?

Los discursos políticos y económicos, mezclados, insisten en la competitividad, en la productividad, y trazan planes donde el trabajo se enfoca en el rendimiento, de esa manera se vuelve más un fin que un medio. Esto llega al sistema educativo, donde cada vez se pierde más la crítica y se asume un compromiso con el mercado: hay que preparar a los empleados para integrarlos al mundo laboral. Esa es la realidad, funcionar bajo presión, para la competencia que busca ganadores y perdedores.

Es esa misma competencia la que nos está matando. Actualmente no hay lucha de gladiadores pero aún hay personas que disfrutan del espectáculo: ver caer a otros. En estos días está puesta la atención sobre el bullying o matoneo escolar, eso refleja la descomposición que viven nuestras sociedades. El intento de opacar al otro es un problema diario, creemos que sólo el bullying es violento, sin contar con que el entrenamiento para acumular dinero y bienes también lo es. La medida del éxito se traza por la capacidad financiera y de figuración.

La comunicación tiene mucho que ver en esto. Vivimos en un mundo más interconectado debido al desarrollo de la tecnología, pero parece que eso no es suficiente porque cada vez hay más incomunicación. No se trata entonces sólo del dispositivo sino de la disposición para compartir y convivir respetando las diferencias. Mientras tanto, seguimos impulsando la competencia, usando la diferencia, no desde la tolerancia sino desde la exclusión, impulsándola como única vía sin pensar que en la cooperación, en la colaboración, en la ayuda mutua, hay más salida que en las metas e indicadores aplastantes de una economía cada vez más vil.

Más allá de la reflexión quedan los hechos, basta ver esta noticia:

"El suicidio se consolida como la muerte más común entre jóvenes surcoreanos"

Video: EFE


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